Con el sorteo hemos topado

Daniel Motiño

Se empieza a calentar la temporada y una vez más vamos a vivirla intensa y peligrosamente. Hablando de peligro, estos suecos me tienen súper desconcertado con sus cambios, sobre todo ahora que quieren tocarnos el sorteo. ¡El sorteo! Ojiplático y boquiarbierto me he quedado ante el aburrimiento de los productores (de la SVT) y su maravillosa idea de eliminar el sorteo de actuación tanto en las semifinales como en la final y designar dicho orden ellos mismos para ofrecer un mejor espectáculo.

O sea, que deciden trasladar el festival a una ciudad pequeña para darle una imagen familiar, se eliminan días de ensayo para ahorrar costes y se quitan también del medio los efectos especiales (que Loreen utilizó a golpe de talonario), luces LED y demás parafernalias para dar un aspecto más artístico al evento, para que primen las canciones y emociones frente a la banalidad y ahora… salten con estas. ¿Soy yo el único que no entiende nada de este sinsentido sueco?

Pues lo siento, no me lo creo y aquí la mano negra de la cual todos llevamos sospechando que asigna a la ganadora, se marca un tanto y se hace aún más visible. ¿Qué hubiera pasado si la televisión de Azerbaiyán hubiera decidido hacer lo mismo? Imagínate, Maripili, lo que hubiéramos llegado a decir de ellos: corruptos, tramposos, farfulleros (no sé si esta palabra existe). ¿Os imagináis que por el bien del show Loreen llega a actuar la segunda tras Pastora Soler?

La idea de marras del grupo de referencia me parece de las más absurdas. Sinceramente el nivel de aburrimiento y de creatividad de estos está bajo cero. Ya me quedé muerto cuando decidieron suprimir la orquesta, aunque aquello tuviera su sentido, o también cargarse la obligación de idiomas nativos, idea que me costó un poco más aceptarla pero se podía llegar a entender. Pero… ¿esto? Pues no señores, sigo sin cogerle la gracia o el truco. ¿Qué baremos van a utilizar para dicho orden?

Un espectáculo mejor, ¿para quién? Sí, es verdad que los eurovisivos llegamos al festival sabiendo hasta el color de calcetín de la corista de Mónaco, pero la audiencia televisiva, aparte de la canción que representa a su país, poco más sabe del tema. Las audiencias más altas se concentran cuando el representante local sale a escena y a la gente se la trae floja si empezamos con un tema folk, country, un pasodoble, si tres baladas van seguidas o si los temas dance van al final.

Lo que ha quedado claro es el lugar de actuación juega un papel crucial en la ganadora, desde 2005 la ganadora ha actuado siempre tras el 17º lugar, tan solo en 2003 Sertab Erener fue capaz de ganar actuando en el puesto 4, mientras que Ruslana lo hizo en el 10 un año después. El 4º puesto de Sirusho en 2008 has sido el mejor obtenido por una canción actuando entre las 6 primeras en los últimos 5 años. Tan solo encontramos tres casos de canciones colándose en el top-3 en los últimos 5 años habiendo actuado entre las diez primeras: Yohanna en el 2009 actuó 7ª, Eric Saade en el 2011 casualmente en el mismo lugar y el año pasado las abuelitas de Buranovo acabaron en 2º lugar actuando las sextas. Por su parte Loreen ha sido la cantante que ha ganado actuando más lejos del final, lo hizo saliendo la 17ª con diez canciones tras ella. Estoy seguro que habrá más de uno que ponga en duda la estadística y traiga a colación las semifinales, invito a sacar vuestras propias conclusiones tras este pequeño análisis.

Nos amenazaron con ampliar el número de personas en escena a 8, en traer coros pregrabados pero al final nos ha caído encima la más inesperada y peor de las propuestas. Una fórmula que le ha funcionado con sus querido Melodifestivalen, con su querida audiencia, pero claro, no es lo mismo manipular el orden de actuación de 8 o 10, que de 26. ¿No creéis?  También se atreven con manipular «por el bien de la venta de entradas» el sorteo de semifinal, metiendo a Dinamarca y Noruega en diferentes semifinales; directamente podrían eliminar a una de las dos de la final para que tampoco hubiera problemas de entradas. ¿No? Casualmente Eurovisión 1985 lo ganó Noruega mientras que Eurovisión 2000 se lo llevó Dinamarca. Antes de que el voto de la diáspora saltara a la palestra de la polémica, el intercambio de votos entre los nórdicos era más que general, ahora empezaron a quejarse cuando les explotó en las manos con la entrada de los países ex-yugoslavos y ex-soviéticos, igual que el año pasado que se dieron cuenta de la falta de democracia en Azerbaiyán una vez acabado el festival y tras callar la boca a Loreen en Bakú, a pesar de que varios periodistas noruegos y suecos fueron maltratados por las fuerzas del orden.

Si lo que estaban buscando era un mejor espectáculo, tendrían que haberse esmerado en asegurar la transparencia por parte de las televisiones participantes a la hora de elegir canción, asegurar una mayor participación de público y evitar los dedazos e intereses excesivos de discográficas. Controlar más el televoto para evitar el fraude,  que quedó en el aire tras la recepción masiva de mensajes en países con niveles de audiencia manipulables a favor de Azerbaiyán, así como los jurados expertos que acaban votando a sus vecinos lleven lo que lleven. Una votación justa, también favorece al espectáculo que en los votos está en su peor nivel de toda la historia antes la predictibilidad de los resultados de la mayoría de los jurados.

No hay cosa que le guste a un eurovisivo más que un drama o una polémica y esta nueva medida ha sido de las más controvertidas de los últimos años, además de opaca y manipulable. La que se puede liar en el Backstage de Malmoe puede ser grande cuando sepamos en que lugar les toca a algunos u a otros, especialmente si  a España o a nuestra canción favorita le toca salir en el famoso puesto 2.

Con las ganas que tenía de un festival en Suecia, se me están quitando las ganas ante tanta falta de lógica y sentido común.

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