10 de mayo de 2014. El festival de Eurovisión concluye su 59º edición con el triunfo de un país de la antigua URSS arropado por los 12 de varios de sus exvecinos. Algunos seguidores del festival ya empiezan a planear el largo viaje que tendrán que realizar en 2015, vía Moscú, porque no hay vuelo directo. España queda en la posición 24 de 26. No es de extrañar: cada vez que la preselección española se retransmite desde Barcelona, España queda 23º, 24º o 25º, y este año no va a ser una excepción. Los mismos eurofans que hace un rato planeaban el viaje errático a la otra punta del continente intentan borrar de su memoria un fugaz momento en el que, durante la actuación de nuestro representante, pensaron que este año nos salvaríamos de nuestro ya casi habitual puesto en el bottom 5. Con la primera cerveza en el euroclub, llegan a la conclusión de que todo será mejor en 2015.
Tras el festival, un largo y caluroso verano amortigua cualquier pensamiento negativo en relación con el concurso. Los simpatizantes se entregan a la locura de la época estival y Eurovisión 2014 comienza a ser el bonito recuerdo de un viaje entre sirenitas y hangares en islas inhóspitas.
Septiembre llega aún caluroso. Es una época yerma en noticias sobre Eurovisión. Algunos esperan que FYROM u Holanda desvelen a sus representantes de 2015. Los socios de AEV votan el Festival Mediterráneo y el Provincial del 25 aniversario. Todo sigue igual. Sin embargo, la paz dura bien poco. España se desayuna convulsa una mañana de principios de octubre con la noticia de que el Director de entretenimiento de TVE ha dimitido. Una corporación audiovisual, que solía ser su competencia, le hace una oferta que no puede rechazar. Tras su marcha, ocupa su puesto una joven periodista que ha ascendido muy rápido en el ente público. Se llama Remedios Bautista Balaguer.
La señora Bautista tiene mucho trabajo durante las primeras semanas. Su puesto es de gran importancia en TVE ya que el entretenimiento es una de las bazas más importantes de las televisiones nacionales y TVE está bastante por detrás de sus competidoras en ese momento. Parece ser que el único espacio que da un respiro a TVE a la hora de comparar las audiencias es el Festival de Eurovisión. Remedios piensa en él y lo primero que le viene a la cabeza es el Chiki-Chiki, un actor que cantaba un reaggeton hablando del Rey, de Zapatero y de Rajoy. Remedios esboza una sonrisa al recordarlo. «Cómo no –piensa–. España siempre ofreciendo lo mejorcito». La verdad es que Remedios no cree que el Festival de Eurovisión sea algo que vaya con la filosofía que piensa imponer en TVE con su llegada. Sin embargo, decide investigar un poco más sobre el tema e incluso pide a un documentalista que le consiga algunos resúmenes de los festivales de la última década. Tras varias horas frente al vídeo, Remedios no puede más. Sabe que el Festival de Eurovisión tiene una audiencia media de 4 millones de telespectadores, pero sin duda deben ser los más casposos del país porque, ¿de verdad que la gente se traga un espectáculo como ese? La señora Bautista toma notas y se da cuenta de que, en su libreta de ideas, detrás de la palabra Eurovisión ha escrito: música mediocre, parece un circo, siempre ganan los mismos, se valora más lo espectacular que la calidad. España: salvo una o dos participaciones, el resto no representa en absoluto el panorama musical actual español.
Remedios echa cuentas. Con lo que se ahorraría TVE por no retransmitir Eurovisión, puede llenar un par de presupuestos culturales que estaban vacíos. Decide presentar a sus jefes la idea de que el Festival de Eurovisión no va con la filosofía de una cadena que tiene que cambiar y ser más moderna.
Al principio, los gerifaltes de TVE miran con horror a Remedios. La mayoría ronda los sesenta años y Eurovisión siempre ha formado parte de sus vidas. Eran unos niños cuando España siempre ganaba o quedaba entre las tres primeros. Sin embargo, no le faltaba razón a la jovencita terca y decidida que tenían delante con los brazos en jarras. Eurovisión ya no era el escenario de nuestras victorias y un poderío musical que representaba Raphael, Massiel o Julio Iglesias. España ahora siempre ocupaba los últimos puestos en la clasificación y no tenía mucho sentido que, en época de recortes, el ente público se gastara un dineral en un festival que no daba más de sí para nuestro país. La joven les había hecho entender que los países que quedaban bien destinaban dinero y esfuerzo a tal efecto, pero TVE no podía hacer nada con el poco presupuesto que tenía. Eurovisión era un agujero en el bolsillo de TVE y tenía que desaparecer.

A principios de diciembre, cuando otrora se empezaba a especular con el representante español de turno, España entera se queda en estado de shock al conocer la noticia de que TVE no participará en el Festival de Eurovisión 2015 por «restructuración del presupuesto». Ríos de tinta corren contra la polémica decisión; no solo en la prensa televisiva, sino también en la nacional. Varias plataformas de seguidores de Eurovisión, entre las que se encuentra una asociación cultural de eurovisivos de España, montan en cólera y se embarcan en mil y una acciones contra esta decisión en todos los medios posibles: Internet, redes sociales, el defensor del telespectador… Sin embargo la decisión es firme y España no acude al sexagésimo aniversario de Eurovisión en 2015.
A pesar de los diversos intentos de la UER (la Unión Europea de Radiodifusión) de que España (uno de los países del llamado BIG-5) vuelva a Eurovisión, TVE rechaza amablemente todas las ofertas. La desaparición del festival no solo no ha mermado los índices de audiencia del ente público, sino que ha permitido ahorrar una buena cantidad de dinero para las arcas de Televisión Española, lo cual ha hecho que la profesionalidad de Remedios Bautista sea vista con muy buenos ojos en toda la organización. En 2017, Remedios es nombrada Directora General de RTVE, algo inusitado para una persona tan joven, y la televisión pública se convierte en un referente de buen hacer y rentabilidad, y la cadena a la vanguardia de Europa en contenidos y enfoque como servicio público.
Corre el año 2032. La Reina Doña Leonor, una bella jovencita de 27 años, preside el acto de inauguración de la nueva sede de TVE de Madralajara, capital de España. Al acto asiste también la presidenta del gobierno, Doña Debora Mary García, y la plana mayor del ente público. Entre ellos destaca el apuesto y sexy nuevo responsable de entretenimiento de la cadena pública, Sergio Conde. El discurso de la Reina es muy aburrido y Sergio piensa en lo mal que se asesora en cuestión de estilismo. «¿Traje rojo y zapatos naranjas, nena? –piensa–. Oh my God, kill me!». Sin embargo, no presta mucha atención en general. Hoy esta muy nervioso porque está a punto de presentar un proyecto fantástico a sus jefes: la vuelta de España al Festival de Eurovisión. Llevaba barruntando esta idea varios meses, desde que había accedido al cargo. Sus recuerdos del festival eran vagos, pero su pasión por la música internacional, en particular la europea, le había llevado a conocer el nuevo y deslumbrante Festival de Eurovisión, que se había modernizado recientemente. Sabía que España había dejado de participar por los malos resultados y el poco interés de los anteriores equipos directivos, pero cuando la UER se puso en contacto con él un par de semanas antes, había accedido sin ninguna duda a incorporar de nuevo a España al concurso, aun a riesgo de que sus jefes no lo aprobaran. De todos modos, sabía como vender la idea y ya tenía un par de candidatos para representar al país en esta vuelta a Europa. Se trataba de los dos cantantes que copaban las listas de éxitos de ventas por aquel entonces. Les había hecho hablado de participar en el Festival con una propuesta de calidad, que les llevaría, si todo iba bien, a lanzar su carrera musical en el viejo continente. Ambos habían manifestado su interés y se iban a poner manos a la obra para conseguir una buena promoción, patrocinadores, un coreógrafo de prestigio, apoyo de los fans y sobre todo, una canción de calidad para quedar en buena posición.

Sergio sabía que iba a ser muy duro, pero creía sinceramente que si no se iba con lo mejor, era preferible no ir. La gente no sabía lo que era el Festival de Eurovisión, apenas lo recordaba, y quería que el público español sintiera como él la emoción de ver a tu país participando con el resto de países europeos en una competición sana y creativa, apta para todos los públicos. Era de vital importancia trabajar sin descanso para enviar el mejor producto posible. Sabía que con ganas y rodeado de los mejores profesionales, era posible. Aún estaban en noviembre, así que tenían algo menos de cinco meses para trabajar sin descanso en el proyecto. Estaba profundamente emocionado con el proyecto.
El 13 de mayo de 2033 Lisboa acogía la 78º edición del Festival de Eurovisión. Suecia ganaba el concurso por 12º vez. En segundo lugar, la recién llegada España hacia historia consiguiendo su mayor puntuación hasta la fecha, 322 puntos. La prensa internacional, en sus crónicas sobre el Festival, no podían sino alabar la manera en que España había vuelto al concurso, con un producto de calidad y exportable, pero sin dejar de lado lo intrínsecamente hispano.
«Al final el trabajo duro se premia –pensó Sergio mientras recibía la felicitación de los jerifaltes de TVE–. Voy a tener mucho trabajo de aquí al mes de mayo… ¡Y no será por falta de candidatos!
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Facebook
- Haz clic para compartir en Reddit (Se abre en una ventana nueva) Reddit
- Haz clic para compartir en X (Se abre en una ventana nueva) X
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva) Correo electrónico
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva) Imprimir


