España actuará en segundo lugar en el próximo festival de Eurovisión, que se celebrará el día 29 de mayo en Oslo. Tradicionalmente la segunda posición trae mala suerte, eso dicen, aunque más correcto sería decir que nadie ha ganado nunca en segunda posición. Eso no significa que traiga mala suerte. Para muestra canciones como Weil Der Mensch Zählt o Come back, si analizamos solo los últimos diez años.
Hasta 2003 nadie había ganado actuando en cuarto lugar, pero Sertab Erener lo consiguió, alguien tenía que ser el primero. ¿Quién dice que Daniel Diges no podrá ser el primer cantante en ganar actuando en segundo lugar? ¿Convertiría ese hecho en una hazaña?
España solo ha actuado una vez en segundo lugar y fue hace tres años en Helsinki. Sin duda la representación española consiguió una mala clasificación pero, ¿cree alguien aún hoy en día que el fracaso de D’Nash se debió a la segunda posición? ¿De verdad? ¿Hubiera cambiado algo que D’Nash hubiera actuado en el puesto tercero, que propició en su día la victoria de canciones como Vivo Cantando o Rock and Roll Kids. ¿Por qué esa gran diferencia entre los puestos tercero y segundo? Si Doris y Manuel estuvieran aquí, seguro que nos lo podrían aclarar: debe tener que ver algo con el número de ruta con el futuro…
El puesto 2, es verdad, ha sido el puesto de muchos fracasos, de canciones que a priori partían como favoritas y se han pegado el gran batacazo: No goodbyes, Dreamin’, Bye bye baby, Eläköön Elämä, Petr’oil, Raggio Di Luna, Mil Etter Mil, Baby, Baby. Las propias Noa y Mira Awad obtuvieron el año pasado un resultado que nadie esperaba. «Es que actuaban las segundas», explicaban algunos. Pero entonces, ¿qué explicación se da a canciones que han conseguido un gran éxito actuando en segundo lugar aun sin ganar, como Dinle, Shir Habatlanim, Une Petite Française, Djambo, Djambo,Long Live Love, L’amour Est Bleu o la gran I Belong, que quedó en segundo lugar? Si extrapolamos la estadística a las semifinales, vemos que canciones como The fire in your eyes consiguió un maravilloso quinto puesto, y que la mismísima Perrelli salvó su clasificación (por el jurado) actuando en el puesto 2 de la segunda semifinal de Belgrado. La otra cara de la moneda son los fracasos estrepitosos de Little by little o el irrepetible cero de Aven Romale.
Con la participación del jurado en las votaciones de Eurovisión, el orden de actuación es menos relevante que cuando sólo contábamos con el televoto. El año pasado, todo era alegría y emoción cuando supimos que Soraya actuaba en último lugar. ¡Qué suerte! ¡Una canción buena, una intérprete fantástica y actuábamos en último lugar! ¡Éxito asegurado!
Más que miedo al segundo puesto, tendríamos que tener miedo a ir justo delante de los anfitriones, que llevan a su festival una balada que enseguida se ha posicionado como una de las favoritas. Muchos pueden pensar que eso nos va a quitar protagonismo pero, ¿qué pasaría si, por ejemplo, el primer lugar lo ocupara Harel Skaat? ¿Creeis que la canción española no destacaría entre los dos baladones? No hay que olvidar, además, que el jurado va a valorar a las 25 canciones por igual, independientemente del puesto en el que actúen. Además, este año los televidentes podrán votar desde el minuto 1, lo que significa que aquellas llamadas de los telespectadores que lleguen tarde a sintonizar el festival y se pierdan las primeras canciones se contrarrestarán con un espacio mayor de tiempo de voto hacia aquellas canciones que actúen al principio.
¿De verdad es tan malo actuar en el puesto dos?
Lo importante, al fin y al cabo, es que nuestro representante se sienta seguro y que nosotros le apoyemos y creamos de verdad que va a hacer un buen papel y conseguir un buen puesto para España. Y si acierta a ser el primer ganador de Eurovisión que actúa en el puesto 2, miel sobre hojuelas.
