El misterioso y sorprendente mundo eurofan

JuanmaJuanma López /

Uno de los misterios insondables de Eurovisión es el gran número de aficionados que atrae año tras año. Yo me maravillo de ver como gente de toda Europa acude en masa a ver el programa favorito de los europeos (copyright de la UER) y se deja casi 400 euros en ver tres galas llenas de glamour y color. Es un fenómeno sin parangón, se mire por donde se mire. En ocasiones he querido compararlo con los macroconciertos de estrellas del firmamento musical como Madonna, Bruce Springsteen o U2, pero ver a estos monstruos en directo no implica ni mucho menos gastarse la fortuna que cada eurofan desembolsa cada vez que se da un paseo por el Festival.

También lo he intentado comparar con eventos deportivos, por ejemplo, un europeo o un mundial de fútbol. Me pregunto si habrá fanáticos que se compren entradas para las semifinales y la final, y viajen por todo el país animando a su equipo, o a otros equipos, puesto que el suyo puede no haber alcanzado la final. En este escenario se quedan fueran factores fundamentales para los eurofans como tragarse todos los ensayos normales y los generales, ir al euroclub (¿habrá futbolclub?), etc.

Me vuelvo a reafirmar: Eurovisión es un fenómeno incomparable en el mundo entero.

Luego vamos con las características de los fans de Eurovisión. La tendencia sexual del 99% de los fans es la misma, y ya sabéis cuál es. ¿Qué misterio es este? Primero pensé que se podía deber al glamour y la magia del festival… pero ¿qué glamour tienen canciones de éxito como Hard rock Hallellujah o Satellites? Simplemente me cuesta mucho explicarlo, encontrar un patrón, una razón que se ajuste a todos los casos. Porque los eurofans somos eso: un crisol de culturas, gustos musicales e idiomas que lo que perseguimos es precisamente eso: la variedad.

Disquisiciones aparte hay algo que me llama mucho la atención del fenómeno eurofan y es la visceralidad con que determinados países se vuelcan con el festival en sí, mientras que otros países viven más el fenómeno musical. Me explico: Aparte de Pastora, poco sabemos de los trabajos musicales (y me refiero a la edición de discos) de los anteriores representates españoles en Eurovisión. Sin embargo, la delegación española es siempre la segunda más numerosa (después de la alemana) en el festival de Eurovisión. Dependiendo del año, entre 300 y 1 000 fans españoles se desplazan a la sede del festival para seguirlo, animar a su representante y disfrutar al 100% de todas las actividades que allí se producen: ensayos, ruedas de prensa, euroclub, encuentro con los fans, etc. Si la relación causa-efecto funcionara, eso significaría que los españoles somos los segundos mayores seguidores del festival de Eurovisión en Europa. Sin embargo, todos sabemos que esto no es así. Las audiencias del festival son pobres comparadas con las de los años de gran furor mediático (2002, 2003, 2008). Entonces, ¿de dónde sale esta inadecuación entre fenómeno fan y seguimiento real? Yo pienso que es que los españoles somos viscerales por naturaleza. Nos apuntamos a todo. Sabemos que de Eurovisión nos gustan las canciones, pero queremos más, queremos vivirlo, disfrutarlo al máximo… tanto, que incluso hasta algunos eurofans componen o cantan e intentan representar a su país en Eurovisión, de manera que la experiencia ya sea casi total. Somos una especie que vivimos experimentando cosas y, cuanto mayor sea la aventura, mejor.

El caso contrario es, por ejemplo, el de Suecia, un país en el que Eurovisión y, sobre todo, Melodifestivalen es seguido masivamente por la población. No en vano su preselección es el programa más visto del año y, manteniendo un formato estable y uniforme, consigue reinventarse cada año y llevar en funcionamiento más de 50 años (toma nota, TVE). Pues bien, uno se espera ir a Eurovisión y encontrarse a miles de fans suecos enfervorizados animando a su país… Pero no es así, suelen ser pocos, muy discretos, y en su mayoría relacionados con medios de comunicación. Se ven algunos más en los años en los que el festival cae cerca de su país (es decir, muchas de las últimas ediciones), pero por lo general no se hacen notar mucho.

Como decía, en contraposición de esto, el seguimiento de lo relacionado con Eurovisión es enorme en Suecia. Pongamos un simple ejemplo. Durante las fiestas del orgullo gay 2012, el pub pK2 organizó en la sala Riviera de Madrid una fiesta con invitados relacionados con Eurovisión. Allí estaba Dana International (como estrella indiscutible), José Galisteo, Rebeca (lo dio todo) y Sonia Madoc (Sonia y Selena). Por los distintos escenarios vimos también a Soraya Arnelas, Coral Segovia o Salva Ortega. Una representación casi insignificante para lo que es el festival más gay del planeta. Sin embargo, echemos un vistazo al cartel del orgullo gay de Estocolmo, que se ha celebrado hace apenas dos semanas. De los 56 artistas que actuaron durante los días del orgullo, 35 estaban relacionados con Eurovisión. Además, no solo pudimos ver a artistas suecos, sino que los asistentes pudieron ver a Lys Assia cantando con Emelie de Forest (primera y última ganadora de Eurovisión), además de cantantes 2013 como Krista Sigfrids, Margaret Berger, Roberto Bellarosa, Ryan Dolan o Zlata. Por supuesto, un montón de cantantes de su Melodifestivalen (Eddie Razaz, Sean Banan, Felicia Olsson), o cantantes de pasadas ediciones de Eurovisión como Marie Bergman o Getter Jaani.

¿Para cuándo un cartel así en las fiestas del orgullo de Madrid? ¿Tendría buena audiencia? Yo creo que sí. Un año hubo una fiesta schlager en la plaza de Chueca y yo la vi abarrotada. Supongo que en España, por mucho que seamos capaces de ir hasta Azerbaiyán a ver a Pastora Soler, no somos tan eurofans como pensamos.

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